Introducción - El sentido de la vida
El sentido de la vida es un tema que aborda diversas cuestiones de sumo interés. En esta publicación se presentan los temas a abordar en el ensayo completo.
“De la nada, nada surge, pero la nada no puede existir, por lo tanto debe haber algo. Pensamos, por lo tanto existimos. Existimos, por lo tanto sufrimos.”
La aparición de la consciencia como hito objetivo del universo, se convirtió en lo que algunos llaman condena y otros fortuna. Se vive como una condena cuando nos volvemos conscientes del sufrimiento propio, venidero y ajeno; cuando nuestra capacidad para contemplar y comprender el universo se extiende hasta permitirnos ver en simultaneo nuestra finitud e inminente muerte. A su vez, lo llamamos fortuna por que es la puerta para llegar a estados de existencia inimaginables, impensables para otro animal no humano, e impensable para estados de inmadurez vividos en carne propia. A medida que crecemos se va develando una realidad mas compleja, asombrosa, admirable y a su vez, angustiante. Paralela pero no paradójicamente, estos estados coexisten en cada ser vivo consciente. Lo vemos cuando observamos la euforia de la felicidad o la imperturbabilidad del amor. Lo vemos en la contemplación de la naturaleza o con el vacío existencial por la muerte de un ser amado.
La búsqueda de propósito y significado en la existencia ha sido una de las dificultades más persistentes de la consciencia. En medio de este torbellino de experiencias, cada consciencia, al menos una vez, se hará la pregunta por el sentido y calará en su interior poco a poco, hasta que se vea obligada a confrontar cada detalle de la cuestión en sí. Tradicionalmente, esta indagación se ha formulado a través de preguntas como “¿Cuál es el sentido de la vida?” o “¿Para qué estamos aquí?”. Sin embargo, estas cuestiones encierran supuestos filosóficos que merecen ser examinados críticamente. Esta interrogante no es un simple ejercicio intelectual ni una curiosidad pasajera. Es una pregunta que atraviesa todas las culturas, épocas y disciplinas del conocimiento humano. Desde los antiguos mitos de creación en Mesopotamia hasta las teorías cosmológicas modernas, desde las reflexiones metafísicas de Aristóteles hasta los experimentos científicos sobre la conciencia humana, esta búsqueda ha sido constante. Pero, ¿por qué seguimos haciéndonos esta pregunta?
¿Es legítimo buscar un propósito objetivo en la existencia humana? Es decir, ¿vale la pena, es nuestro deber, responsabilidad u ocupación principal dedicar tiempo o es tiempo perdido? La tensión inevitable entre lo que deseamos y necesitamos persiste en cada aspecto de nuestra vida y esta no es la excepción. Pero no somos ni los primeros ni los últimos en perder el sueño por la interrogante. Las religiones plantean sus dioses o textos sagrados como la respuesta. Las ideologías políticas y corrientes de pensamiento aseguran tener su respuesta laica basándose en los eventos de la historia, los intereses humanos, las clases políticas, instituciones o sistemas. Pero, cual vendedor ambulante nos proponen un producto y la verdad es que se trata de una necesidad que ni siquiera terminamos de comprender y mucho menos definir. ¿Realmente hay un sentido que buscar? ¿Qué es la vida? ¿Qué es el sentido? ¿Necesitamos un sentido? ¿El cosmos se postra ante nosotros para concedernos un lugar especial en todo este cálculo celestial? o, por otro lado, ¿las leyes del universo son inertes, sin voluntad ni consciencia, y no pretenden ni pueden trazarnos un camino para una vida plena y acabada? ¿Qué es una vida ideal o realizada? ¿Acaso todo esto es solo una construcción de la mente humana? y en ese caso, ¿Qué tanto podemos modificar nuestra mente para afectar bruscamente la pregunta por el sentido y nuestra relación con la misma?
Entre las perspectivas mas populares encontramos la postura que asume que la vida debe tener un sentido inherente, similar a un relato con principio y final preestablecidos. Esta perspectiva frecuentemente lleva a proyectar nuestras categorías mentales sobre un universo que opera bajo principios distintos a los narrativos humanos. Por otro lado, se plantea la posibilidad de que la vida no tiene sentido en lo absoluto y que somos sus autores, cual artista frente a un lienzo en blanco subordinado a su voluntad. Además, existen, tal vez, infinitas variaciones de estas características; un umbral de combinaciones en medio de estos extremos. En esta búsqueda cabe definir bien qué es lo que sucede exclusivamente en nuestra mente con sus categorías, tendencias, necesidades, deseos y particularidades y qué sucede fuera de nuestros cráneos que, implacablemente, se impone sobre nuestras expectativas. Por último, también es esencial la cuestión sobre cómo deberíamos orientar nuestra existencia ante la posibilidad de que no exista un sentido trascendental preestablecido. Este interrogante nos confronta con la necesidad de encontrar nuevas formas de atribuir valor y dirección a nuestras vidas, más allá de las respuestas tradicionales.
Este ensayo sostiene que el sentido de la vida es inexistente pero que esto no es alarmante; que no puede ser hallado porque no lo hay pero no necesitábamos buscar tal cosa en primer lugar; que el problema siempre se ha tratado de un impulso proveniente de nuestra configuración como seres vivos de la especie humana atentos a los patrones, preocupados por el control y la comprensión y neófitos en el control de la consciencia como evento relativamente reciente. El problema ha sido también una proyección antropocéntrica sobre la naturaleza de las cosas, confiriéndole a los procesos naturales características como el “propósito”, “intención”, “valor”, y mas conceptos problemáticos. Este problema ha hecho que perdamos de vista que, en nuestra indiscutible belleza y complejidad, somos inevitablemente un evento mas en una cadena de sucesos eternos que no requieren dirigirse a ningún destino particular y que no necesitamos culminar nuestra existencia en algo grande y valioso. El sentido no es mas que un ideal difuso, oscuro y mal definido sobre la vida deseada que se alcanza por medio del desarrollo individual, una vida que acumula sensaciones agradables y en la que cada acción posee un significado que, inventado o no por nosotros, es objetivamente valioso o importante. Además, sostengo que gran parte de nuestro lenguaje entorpece este desarrollo individual, pues partimos de la suposición de que entendemos lo que es la verdad, la vida, nuestra capacidad de “modificar la esencia de la vida”, el valor, lo mejor, el sentido, el bienestar, y más. Además, inmiscuidos en una cultura que alienta el consumo, la hiperestimulación y la falta de profundidad, caemos en un pozo en el que perdemos de vista las cosas valiosas de la vida culpa de acostumbrarnos a los placeres fáciles, al cambio constante de entretenimiento y a tener la posibilidad de siempre ir tras algo “mejor”. Esta “falta de sentido” no es una tragedia necesariamente, pero la capa mental interpretativa cargada de cultura e instintos provoca innecesaria y equivocadamente una enorme incertidumbre y angustia que culmina en confundir la falta o inexistencia del sentido con una vida que no merece ser vivida.
En esta publicación, se abordará el problema desde múltiples ángulos:
La verdad: Cuando se hace una pregunta, no se busca una respuesta cualquiera, sino una verdadera, pero ¿Qué significa que algo sea verdadero, y puede la verdad ser el sentido mismo de la existencia? Aquí se analizará lo que es la verdad, como hallarla y que tipo de verdad es el “sentido de la vida”.
El lenguaje y la pregunta misma: Descompondremos críticamente la pregunta “¿Cuál es el sentido de la vida?” para entender sus presuposiciones y limitaciones. Distintos pensadores nos ayudarán a reflexionar sobre cómo el lenguaje moldea nuestra comprensión del mundo.
El mundo interior humano: Examinaremos cómo nuestras emociones, deseos y sesgos cognitivos influyen en nuestra búsqueda de sentido. Incorporaremos perspectivas filosóficas y psicológicas para entender por qué tendemos a proyectar nuestros valores en el universo. Desarrollaremos la modificación del mundo interior para afianzarlo con la realidad y mejorar nuestra vida.
El mundo exterior: Analizaremos la naturaleza indiferente del cosmos y cómo la ciencia moderna describe un universo regido por leyes físicas impersonales. Profundizaremos sobre el rol de la cultura en nuestra mente, expectativas e identidad. Por último, reflexionaremos sobre cómo el consumismo y la cultura contemporánea intentan llenar el vacío existencial afectando negativamente el proceso introspectivo. A través de la comprensión del mundo exterior, podremos determinar lo que puede ser descartado de nuestra mochila de pensamientos para viajar más ligero.
El instinto de bienestar: Exploraremos por qué buscamos sentido, no para sobrevivir, sino para prosperar emocionalmente. No buscamos la respuesta porque la falta de la misma atenta contra nuestra existencia, sino que la buscamos porque tendemos al bienestar.
El sufrimiento: Abordaremos cómo podemos mitigar el sufrimiento asociado a la falta de sentido mediante cambios en nuestra perspectiva para con el mundo interior y exterior. El budismo, el estoicismo y la psicología moderna nos guiarán en este proceso.
Conclusión: Finalmente, se planteará una síntesis a modo de repaso y conglomeración de los argumentos e ideas expuestas.
En esta serie de 7 capítulos con una publicación para cada uno, tengo por objetivo indagar en los aspectos que por ahora considero más esenciales en torno al problema del sentido de la vida. Introductoriamente es preciso mencionar y enfatizar mi tendencia a cierta respuesta en función de quién soy, por lo que daré contexto de mi pensamiento. Soy agnóstico en lo que respecta a las certezas finales y estrictas del conocimiento humano, considero que nuestras metodologías no bastan para alcanzar a conocer directamente la forma real de la existencia, estudiamos la realidad pero no podemos acceder plenamente a ella porque nuestros sentidos son un medio que transforma los datos para darles un sentido específico para nuestros cerebros. Por otro lado, en la práctica uno no puede suspender su juicio y quedarse con un “no se lo que es la justicia, el bien, la verdad, el amor, etc.” En ese aspecto vital y práctico soy ateo, pues asumo una definición atea sobre lo que es el amor, justicia, verdad, bien, es decir, definiciones que se construyen desde la negación de deidades. Además de la forma práctica y atea de dirigirme en la vida (construir definiciones que niegan deidades) y por lo que he ido investigando a lo largo de mi vida, no solo confronto la vida sin deidades sino que afirmo la inexistencia de las mismas (algo que no puedo concluir rigurosamente por lo ya antes mencionado). Apoyo aquellas hipótesis que se sostengan mejor con la aparición de nueva evidencia y de nuevas teorías, apoyo aquellas hipótesis que abarquen mas información explicada y que tengan mayor capacidad predictiva. Considero la hipótesis atea como la que cumple con estas características.
Esto se explica en menos palabras de la siguiente manera: no creo que el humano sea capaz de conocer la verdad sobre las deidades, en la práctica vivo como si no existieran pues no puedo vivir en un punto intermedio entre negar y afirmar y además creo que la respuesta verdadera (aunque su certeza es inaccesible) es que no hay deidades.
Además de esto, tengo una pronunciada inclinación hacia la respuesta de que la vida no tiene valor en sí ni significado, pero que esto no es fatal ni deprimente sino que, por el contrario, pierde todo efecto en nosotros cuando nos despojamos de toda la ignorancia, ego e inmadurez humana, si es que acaso no son ya lo mismo. Aún así estoy dispuesto a dudar de mis posturas y expectante por leer objeciones. Todo esto, será explicado y tratará de ser defendido con el mayor detalle que puedo con mis conocimientos actuales. Espero que les sea de su agrado, que sea comprensible y que aporte a sus vidas tal como esta breve pero inacabada investigación ha hecho en la mía. Están todos invitados a elaborar sus aportes desde el respeto y la cooperación, la empatía y la curiosidad, porque en este viaje la respuesta no se encuentra desde el individualismo, sino desde el aporte de cada vida, como se verá al mencionar a distintos pensadores y científicos de la historia. Cada aporte será tenido en cuenta e idealmente impactará en la exposición de la investigación, tal como se explica en la %Introducción al blog%.
“La búsqueda de sentido no es un fracaso, sino una afirmación de nuestra humanidad.”
-Matías Collado
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